Las últimas dos semanas de observación e intervención del sexto semestre en el Jardín de Niños Nishizawa, eran de suma relevancia dentro de mi formación porque serian 9 días de trabajo con el medio en el que me desenvolví todo un ciclo escolar.
A partir de los propósitos establecidos para intervención y formación y el conocimiento que tenía del medio es como atendería al grupo 3° “B” que se puso en mis manos desde principios del ciclo escolar.
Es cierto que dentro del grupo puedo trabajar de manera eficaz y segura, todo esto debido a que se ponen en juego aquellas competencias como habilidades que se han ido fortaleciendo, pero sobre todo porque había retos pendientes que atender, obviamente se tornaban de manera personal; pero venían impactando en lo que era el trabajo con los niños. Como el tener más estructurado mi plan, así como fundamentado a partir de lo que se quería desarrollar pero también a partir del conocimiento que tenía de los niños para atender aquellas necesidades que estaban poco atendidas y que podrían ser prioridad, de acuerdo a lo observado.
Tener 8 días de intervención en un principio parecía caótico pero después de tener un planeación pude percibir que de nuevo era poco tiempo para poder atender y desarrollar finalidades que de manera personal pretendía. Admito que de nuevo no atendí un reto que desde el principio de mi formación ha sido mencionado, el trabajo con padres de manera directa en donde puedan observar el trabajo de la educadora; considero que tiempo y conocimiento de ellos debo tener para impactar con mi trabajo y de esa manera comenzar a borrar estigmas acerca de lo que realiza una educadora.
Pero a pesar de que de manera personal no hubo un trabajo directo con padres, se presencio en las dos semanas la participación de padres en actividades como el día de la mamá; el cuál fue conformado por talleres, así como una plática para concientizar acerca de la alimentación. Percibí participación pero quejas ante lo que se hacía, inconformidad por lo que se hacía, no se terminaba de convencer a los padres lo que se hacía, otros preferían de plano no presentarse en la escuela, provocando ausentismo de niños. Convencer del todo a un padre de familia, es complejo; es por eso que se ha dejado de lado las clases abiertas, ya que hay que contar con un plan de trabajo que realmente venga impactando a la sociedad en general, en donde los niños, sean actores del mismo.
Debo admitir que por parte de mi docente titular, sentí poco compromiso, así como ganas de trabajar conmigo, ya que era la autora de actividades fuera del aula para que como docente en formación pudiese trabajar con los niños. No del todo fue una situación negativa ya que me dio la oportunidad de vislumbrar lo que significa realmente tener al grupo, me apropie de mi grupo, fui la maestra titular, afronte-enfrente y tuve que crecer sola con compañía de mis compañeras, con ayuda de mis niños, con opiniones de los padres de mis niños.
Al final reflexión y aún más trabajo porque tener al grupo frente a mi responsabilidad, permitió vislumbrar muchos más retos que atender; para mis próximos dos últimos semestres de mi formación inicial.
Elaboró Gabriela García Díaz
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